Un abogado de derechos humanos visita un penal en Ciudad Juárez (estado de Chihuahua). Apenas entra se produce el siguiente diálogo con el guardiacárcel: “¿Es su primera vez?” le pregunta el oficial. “¿Se nota mucho?” contesta el letrado. “Usted nomás flojito y cooperando”, aconseja el carcelero. Con esa tensión comienzan los primeros minutos de Celda 211, la miniserie que acaba de estrenar Netflix.
La producción mexicana, que tiene seis episodios de unos 40 minutos cada uno, está basada en la novela homónima de Francisco Pérez Gandul y en un trágico suceso real: un motín y fuga masiva de reos en el Centro de Readaptación Social para Adultos (CERESO) de Ciudad Juárez, que dejó 17 muertos entre reclusos, custodios y guardias de seguridad.
La historia tiene dos grandes protagonistas. Por un lado, el abogado Juan Olvera (Diego Calva), que en el motín se hace pasar por preso para sobrevivir. Y, por el otro, “Calancho” (Noé Hernández), uno de los líderes entre los presos.
El inicio de Celda 211 es prometedor. Hay un abogado -a punto de ser padre- que va a la cárcel a hacer una visita de rutina y queda atrapado. Entre los muros de una cárcel atroz, viven dos bandos en lucha: La División del Norte y Los Mostros. Hay también una toma de rehenes, además del escándalo político afuera de las paredes y las imágenes de violencia en carne viva.
El actor Diego Calva aporta un buen trabajo en su paso de abogado a reo y de reo a criminal. Lo mismo que Noé Hernández en la piel del líder del penal; alguien que no es un villano -o no solamente- e intenta luchar por alguna causa justa. La serie, en algún momento, esboza una mirada interesante sobre la cultura de México y su vínculo con los Estados Unidos.
Sin embargo, con el correr de los episodios, ese interés inicial se va difuminando y la trama se hace repetitiva. Ya no son suficientes la sensación de claustrofobia con un arte bien logrado ni los pormenores de la pesadilla carcelaria, como un preso que se la pasa con un lanzallamas casero incendiando gente a diestra y siniestra.
Caída en la tensión
A partir del tercer episodio, la tensión se va escapando y sólo quedan algunos recursos técnicos para pintar el infierno carcelario, como utilizar la cámara lenta para darle al horror una perspectiva subjetiva.
Hay una frase del escritor mexicano Juan Rulfo en Pedro Páramo, que pinta la violencia normalizada y el futuro desalentador en México. Permanece vigente aunque hayan pasado 70 años desde la publicación de la magnífica novela: “Y del señor gobierno ya no digo nada porque le vamos a decir a balazos lo que le queremos decir”.
En Celda 211, las cosas se dicen a balazos, cuchillazos o quemando vivo al otro. Pero el mundo de las series tiene un largo historial de tramas que transcurren entre rejas, como Prison Break, Orange Is the New Black y la argentina El marginal. En estos últimos casos, contar la brutalidad carcelaria -hacerlo con todos los detalles si se quiere- fue un elemento importante, pero nunca suficiente para sostener y hacer atractiva una historia.
Ficha
Calificación: Regular.
Género: Drama Protagonistas: Diego Calva, Ernesto Meléndez, Karen Sandoval y Ana Sofía Gatica Creador: Gerardo Naranjo Emisión: Netflix Duración: seis episodios de 40 minutos.