Luego de que una vecina de la ciudad de Alta Gracia hiciera pública una denuncia contra los pastores de la iglesia cristiana “Jesús, fuente de vida”, otras mujeres también se han animado a relatar lo que vivieron, particularmente tras enfrentar dificultades para cumplir con el «diezmo» que los líderes de esa comunidad religiosa solicitan. Una de ellas compartió en redes sociales la constancia de una denuncia penal realizada a mediados del año pasado en una de las fiscalías de Villa Carlos Paz, la cual aún está bajo investigación.
De acuerdo con las denuncias, la mayoría de las mujeres afectadas son personas que han atravesado situaciones de vulnerabilidad a lo largo de sus vidas. Según testimonios, estas personas fueron atraídas por el consuelo que ofrece la palabra de la Biblia, pero luego habrían sido sometidas a diversas presiones, como la exigencia de entregar el diez por ciento de sus ingresos. «Si no lo haces, comienzan con manipulación psicológica, a mostrarte desprecio, a apartarte y a intimidarte con personas cercanas a ellos«, expresó una de las víctimas, quien prefirió mantener su identidad en reserva.
Se sabe que los pastores de “Jesús, fuente de vida” administran templos en varias localidades, incluyendo Malagueño, Alta Gracia y Carlos Paz.
Un testimonio particularmente duro fue el de Agustina, una mujer de Alta Gracia, quien denunció haber sido amedrentada, golpeada y amenazada por personas cercanas a los pastores tras haber revelado que un asistente de la iglesia, de 82 años, fue presuntamente despojado de sus bienes por autoridades del templo. “Tras esa denuncia comenzaron a perseguirme, a golpearme y a dejarme en claro que si seguía hablando, podría tener graves consecuencias”, relató Agustina.
Recientemente, Agustina presentó una denuncia en la Unidad Judicial de Alta Gracia, en la que expuso una serie de hechos vinculados con esta red religiosa, que organiza reuniones en Playas de Oro, aunque sus «apóstoles» residen en San Nicolás (Malagueño) y sus “pastores” en barrio La Perla (Alta Gracia).
“Yo iba a comprar la casa. Me hicieron sacar $100.000 para los trámites, pero había un inquilino que no se quería ir o lo dejaban pasar el tiempo. En el banco me informaron que esa plata había sido retirada por otra persona, y me entregaron un documento que está ahora en manos del abogado. El marido de la pastora me dijo que debía pagar intereses por la casa, aunque no se había concretado ningún negocio. Me cansé. Hace unos días, unas personas cercanas a la iglesia le quitaron todo a la joven que subalquilaba. Ya está todo en manos de la Justicia”, concluyó Agustina.