En la semana de su aniversario 120, anoche Belgrano fue el mismo desde que el plantel se armó. A pesar de haber intentado más que su adversario y de tener la tozudez de ir por el triunfo, con pocas ideas claras debió conformarse con un empate 1-1 ante un Barracas Central que se fue satisfecho por la unidad conseguida.
Al Pirata le pasa que no encuentra jugadores inteligentes que sepan manejar momentos del partido, que se den cuenta que cuando el marcador se abre debe protegerse, porque lo que le pasó en San Juan volvió a sufrirlo ante el Guapo: ponerse en ventaja con mucho esfuerzo y que se lo igualen al toque por fallas propias.
La jerarquía no se consigue en la esquina ni se compra por internet. Debe traerse en la sangre, trabajarse día a día y tener en el ADN de cada jugador lo que hace falta para no cometer fallas inapropiadas de futbolistas de elite.
Pero al Pirata no le pasa. Sus jugadores cometen errores y aunque Zielinski prueba, revuelve, cambia y vuelve a probar, el andar es triste porque los intérpretes no tienen lo que se debe tener. Por eso, aunque ayer empujó y quiso, no pudo, porque no alcanza con apariciones sueltas de Zelarayán o que “Uvita” acierte la primera que tiene.
Porque después su arquero falla en un centro simple, porque Dáttola no puede despejar o López se queda habilitando a todos. Y si a ello se le suma un Metilli que no sabe a qué jugar o un Menossi que no la entrega bien, todo se pone de punta. Jara está molesto y se nota, el “Chino” intenta y no puede, entonces la inocencia de todos para cuidar una ventaja se hace presente y otra vez la saca desde el fondo de su arco.
Comienzo arriba
El Pirata empezó manejando la pelota, tratando de moverla con criterio y llevándola en abanico de un lado para el otro. Barracas, con muchos defensores y volantes, trató de que el “Perrito” Barrios fuera su abanderado y buscó un error ajeno para intentar progresar en el campo.
El partido se jugó lejos de los arcos, sin ocasiones de desnivel y con los arqueros mirando de lejos lo que pasaba. Un cabezazo de Troilo junto al poste fue lo más cerca que estuvo el local hasta los 30, cuando un centro de Zelarayán fue conectado por Fernández para el 1 a 0.
Pero cuando la sensación de que el equipo se iba acomodar con el resultado a su favor, la ingenuidad de futbolistas sin jerarquía y las fallas sistemáticas a la hora de intentar despejar una pelota aérea, le brindó tres chances seguidas a la visita que facturó en la última con Tobio para el 1 a 1.
Final repetido
La segunda etapa se jugó como Barracas quería: de manera lenta, con el balón dividido siempre y con los nervios ganándole a los de celeste.
El juego se desarrolló lejos de las vallas y la visita se sintió bien con el 1 a 1, mientras que el local no supo cómo hacer para mejorar. Su defensa es un tembladeral, siempre da la sensación que va fallar y que el rival puede facturar, y en ataque intenta, empuja y pierde más de lo que gana.
Y al final, en el descuento, el VAR definió que una falta a favor de Barracas era fuera del área y dio vuelta la decisión del árbitro, quien había cobrado penal para el Guapo.
Este plantel nació mal por decisiones dirigenciales y por apuestas que no han dado resultado. No logra encontrar el camino y cada vez se lo ve más perdido. Con 10 puntos en 10 fechas, parece que toda la temporada se va a los caños, porque todo lo será muy complicado de aquí hasta el final del año.
El hincha festejará esta semana un nuevo cumpleaños sin reparar en quienes manejan el club porque será “su” Belgrano el que se merece sus lágrimas y su canto sincero.