Buenos Aires. La protesta de jubilados en Buenos Aires se desarrolló ayer bajo un fuerte operativo de seguridad que impidió la llegada de los manifestantes más allá de la Plaza del Congreso, sin incidentes graves salvo escaramuzas aisladas con la Policía y entre los propios manifestantes que identificaban “infiltrados” o algún “provocador” en la concurrencia. En un discurso que los representantes de organizaciones convocantes dieron en la plaza, se reivindicó la movilización callejera, se reclamó a la CGT un paro general y se solicitó la renuncia de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, blanco principal de las críticas y los cánticos en la manifestación.
Si bien hubo presencia de personas con camisetas de fútbol y algunos protagonizaron incidentes sin mayores consecuencias, no se observaron grupos organizados de barrabravas.
A diferencia del miércoles de la semana pasada, cuando en la manifestación se desató una represión policial que derivó en heridos y detenidos, entre ataques a las fuerzas de seguridad, este miércoles los manifestantes quedaron recluidos dentro de la plaza y las calles laterales, sin contacto directo con los efectivos, que se ubicaban detrás del vallado y frente al Congreso, sobre la avenida Entre Ríos.
La Avenida de Mayo estuvo cerrada al tránsito desde la avenida 9 de Julio. También las calles que cruzan la avenida de Mayo y desembocan en sectores de la Plaza del Congreso estaban cerradas desde unos cien metros antes de las calles laterales Yrigoyen y Rivadavia. Un vallado cubría todo el ancho de la plaza y dejaba a los manifestantes separados del Congreso y de los efectivos que lo custodiaban.
Durante la tarde, confluyeron militantes de izquierda (de los distintos partidos del FIT, que fueron de los primeros en llegar y se apostaron a pocos metros del vallado principal), hinchas de clubes de fútbol (un grupo de Sportivo Dock Sud colgó banderas en el enrejado del Monumento a Los Dos Congresos), gremios (La Fraternidad, ATE, Apops o el SOMU, entre otros), movimientos sociales (la UTEP y sus miembros Barrios de Pie, la Corriente Clasista y Combativa, el Movimiento Evita), y agrupaciones políticas (La Cámpora se sumó con su columna en Rivadavia al 1500).
“Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”; “Fuera Bullrich”, “Qué feo debe ser, pegarle a un jubilado para poder comer”, fueron algunas de las consignas que se entonaban en la plaza.
A las 17, se iniciaron los discursos de los representantes de los jubilados. Sin escenario (en la previa, especulaban con la posibilidad de colocar una estructura, pero no lo hicieron), los oradores hablaron parados sobre un banco de la plaza, con un equipo de sonido.
Los mensajes fueron coincidentes: combinaron el pedido de recuperación del fotógrafo Pablo Grillo (herido en la marcha anterior) con los reclamos de mejoras para los jubilados, la exigencia de un paro general (con críticas a la CGT), el pedido de renuncia para Bullrich y la propuesta de un plan de lucha contra el presidente Javier Milei.
“Heriste a Pablo”
“Este acto es un enorme triunfo contra la represión de Bullrich y Milei. Las calles son nuestras, Milei, te las ganamos. Nos reprimiste, nos quisiste matar, heriste a Pablo”, dijo en su discurso Nora Biaggio, del Plenario de Trabajadores Jubilados. “Tendríamos que estar con un paro general de la CGT y las CTA, el recurso para echar a Milei y a Bullrich”, remató.
Ana Valverde, de la Unión de Trabajadores Jubilados en Lucha, expresó su “solidaridad con el compañero Pablo”, y resaltó: “La asesina de Bullrich debe renunciar”.
Con mensajes también contra la aprobación del decreto del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional –que se daba en la Cámara de Diputados– se sucedieron los oradores. Pasaron, entre otros, Raquel Márquez (Confederación General de los Trabajadores Jubilados y Pensionados), Marcos Wolman (Mesa Coordinadora de Organizaciones de Jubilados y Pensionados), Eduardo Pérez (Encuentro de Jubilados en Asamblea), u Omar Godoy (Frente Grande Adultos Mayores). Carlos “Titín” Moreira (del PTS), exclamó: “Necesitamos un plan de lucha y paro general para derrotar a este gobierno”.
Entre los políticos que se acercaron a la marcha estuvieron los intendentes peronistas Julián Álvarez (Lanús), Mayra Mendoza (Quilmes), Damián Selci (Hurlingham), Leonardo Boto (Luján), Nicolás Mantegazza (San Vicente) y Fabián Cagliardi (Berisso). También, el senador Eduardo de Pedro y el exministro de Defensa Jorge Taiana. Por la izquierda, fueron parte dirigentes como Celeste Fierro, Gabriel Solano, Guillermo Kane o Luis Zamora (que, en una esquina, coincidió brevemente con Rubén “Manopla” Fernández, veterano exintegrante de la barra de Almirante Brown). Entre los dirigentes gremiales, se vio a Daniel Catalano, de ATE Capital, entre otros.
En la marcha, los incidentes fueron aislados. Se repitió en distintos puntos la acusación de “infiltrado”. Al inicio de la marcha, fue echado a los empujones por la calle Montevideo un hombre uniformado, acusado de expresarse con improperios hacia los manifestantes. Recibió acusaciones de ser “del Mossad”, la agencia de inteligencia de Israel.
Un joven que llevaba un gorro de Chacarita Juniors también fue expulsado con violencia por los manifestantes luego de arrojar botellas plásticas contra la policía (ausente en la plaza). La escena se repitió con otros infiltrados, algún “influencer libertario” y punguistas que fueron descubiertos en pleno hurto (uno de ellos fue señalado por el exsecretario de Derechos Humanos Horacio Pietragalla, que participo de la manifestación).
Ya con la noche avanzada, se produjeron desmanes en el vallado central, con manifestantes que procuraban derribarlo y fueron repelidos con gases. Algunas escaramuzas siguieron en calles cercanas.