Suben los salarios pero la plata no alcanza: qué pasa

Podrán darles las vueltas que le quieran dar: que la estabilización lleva tiempo, que la macro está ordenándose, que los desajustes heredados eran irremontables y hay que tener paciencia. Lo cierto es que la sensación generalizada, pese al éxito en distintos frentes del plan económico de Javier Milei, es que la plata no alcanza. No hay forma.

Es más, los salarios que lentamente se fueron recuperando en el segundo semestre del 2024 pareciera que en esta mitad del año han entrado en una meseta eterna para las familias que tienen consumos pendientes o muchas deudas que pagar.

Veamos primero los números, porque no dicen eso. La medición de salarios más “creíble” en la Argentina la hace Indec, que mira todo: privados, públicos e informales. Ese número va con rezago: el último disponible es a abril, que arrojó una suba del 3,4% mensual y 74,3% interanual. La inflación interanual a abril acumula 47,3%. Ergo, los salarios van 27 puntos arriba.

A los que mejor les ha ido en la película fueron, para el asombro de muchos, a los informales, que –sin paritarias vigiladas- pudieron recuperar mejor sus ingresos.

El problema es que si bien se ha dado una recuperación significativa en los últimos 12 meses, fue tal la pérdida previa que los salarios aún están rezagados.

“Los salarios están en un nivel real igual al previo de la devaluación de diciembre del 2023. O sea que recuperó el ajuste de la era Milei”, dice Jorge Colina, director del centro de estudios Idesa.

Evolución de Ingresos

Efectivamente, el poder de compra del salario está igual que en noviembre del 2023, pero todavía están 20% abajo que en enero de 2017, cuando empezó la gran pendiente. Es decir que, a pesar de que pasaron ocho años y tres gestiones desde entonces, los ingresos de los argentinos siguen corriendo de atrás.

De todos modos, en el año mejoraron pero el humor no. Hay una explicación a eso y tiene un nombre técnico: “ingreso disponible”, que es lo que le queda en mano a las familias después de pagar todo lo que hay que pagar. Así, una vez abonada las cuentas de la luz, el gas, el agua, la escuela, la salud, la nafta, el colectivo, peajes, el alquiler si corresponde… queda poca plata. Ese indicador está todavía 10% debajo de noviembre del 2023.

Es decir que pudo haber una recuperación significativa, pero esa mejora se la “comieron” gastos que hasta 2023 no tenían tanto peso en la estructura de gastos de la familia.

Los servicios representaban menos del 10% de las erogaciones de un hogar y ahora hay casos en los que superan el 20. Eso se siente porque deja menor capacidad de consumo.

La otra razón está en que deliberadamente el Gobierno controla los aumentos salariales, dado el poder que ejerce la Secretaría de Trabajo al convalidar (o no) los acuerdos paritarios.

“La recuperación salarial se detiene porque sería un acelerador inflacionario. El gobierno le pone freno a las paritarias para que no haya mayor recuperación, o que a que se dio el año pasado se mantenga en estos niveles y que los próximos aumentos vengan por mejora de productividad o diferenciados por rama de actividad para que no tengan un efecto inflacionario”, considera Agustín Salvia, del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina.

“Hay que diferenciar entre recupero y rebote del poder adquisitivo. Lo que pasó el año pasado fue una recuperación del salario después de una inflación muy alta, sobre todo los formales que tienen las paritarias que miran inflación hacia atrás. En medio de un proceso descendente de inflación es lógico que vayan recuperando. Si hace tres meses la inflación era de tres y ahora es de uno, recuperás. Ahora esa recuperación se acabó y lo que queda por delante para ganar tiene que ver con el aumento de la producción y la productividad, que es algo que no se está dando”, considera Virginia Giordano, economista de Idesa.

Virginia Giordano Coordinadora de Investigación de Idesa. (josé Gabriel Hernández / La Voz)

La pregunta del millón es qué tiene que pasar para que crezca el poder adquisitivo de manera genuina y sostenible. No hablamos de bonos, ni alicientes varios, ni reintegros impositivos que se convierten a la larga o a la corta en un boomerang porque lo que el plan platita te da por un lado la inflación te lo cobra por el otro: en serio. ¿Qué tiene que pasar?

La economista Laura Caullo, a cargo del área de empleo y política social del IERAL de la Fundación Mediterránea enumera tres factores necesarios para que los ingresos reales rindan más.

“Por un lado se requiere inflación controlada y consistente en el tiempo, para que haya previsibilidad y margen para negociar mejoras salariales. También se necesita generación de empleo formal, con más demanda de trabajo los salarios tienden a subir, porque los empleadores compiten por atraer y retener personal. Y por último, mejoras en la productividad: si la economía produce más con los mismos recursos o con más eficiencia, hay margen para aumentar salarios sin generar inflación”, sostiene.

Y acá volvemos a los problemas de siempre. Un año de macro ordenada no es suficiente para hablar de estabilidad: de hecho, la pequeña corrida de marzo tuvo efecto en la inflación del mes, y ese mes los salarios perdieron contra la inflación. No habrá demanda de trabajos de calidad porque la composición de la fuerza de trabajo, donde cada vez más son los cuentapropistas.

“Se ha deteriorado la calidad del empleo. En la comparación interanual, creció el empleo informal del 40,8% del total de ocupados en 2024 al 42% en 2025 y se estancó el empleo asalariado privado registrado en 6,2 millones de trabajadores”, completa Caullo.

El empleo todavía resiste a nivel país (en Córdoba el deterioro en el primer trimestre fue mayor) porque hubo un ajuste por calidad y no por cantidad.

“Vemos que no se ha disparado la tasa de desempleo como en los ‘90 porque el ajuste se dio por licuación de salarios. Si quisiéramos aumentar salarios veríamos un proceso de desempleo como en los ‘90, con tasas de dos dígitos”, subraya Giordano. “Tiene que haber un rebote por la estabilidad macro y que el PBI crezca y que aumente la productividad”, agrega.

El gran punto es que tiene que aumentar la inflación: que los argentinos usen sus dólares del colchón o que se animen a tomar créditos con tasas que todavía están altas.

“Lo que debería ocurrir es que aumente la inversión, la productividad, el consumo, que se dinamice la actividad económica y que por lo tanto haya mayor demanda de empleo formal y que en este contexto de baja inflación los salarios reales tiendan a aumentar”, dice Salvia.

Agustín Salvia

Para incrementar la productividad una empresa debiera fabricar más productos o dar más servicio con la misma estructura (vía automatización o mejora de la maquinaria) para que, en una segunda instancia, pueda tomar más personal y pagarles a todos mejor.

“Sigue apareciendo evidencia que convalida la idea de un ‘techo de cristal’ para recuperaciones adicionales de rentabilidad y salarios reales”, marca Jorge Vasconcelos, del Ieral. Y marca un dato letal que tiene relación directa con los salarios: la productividad cayó casi 15 % desde el 2011 a esta parte.

“La merma de productividad es generalizada, la manta es corta para satisfacer todas las demandas de abrigo”, remarca.

¿Cuándo podría darse ese salto? La mayoría de los economistas no imagina un gran salto y menos, generalizado.

“Los márgenes de empresas se han achicado mucho. El traslado a precios de aumentos de costos no es ahora tan simple, con más importación y más competencia. La mejora del poder adquisitivo vendrá a partir de los sectores ganadores de este proceso que tendrán más inversión, más actividad y por ello más capacidad de aumentar salarios”, dice Hernán del Villar, economista de Alpha.

“Sigue bajando la inflación y sigue habiendo recuperación económica, como vimos en el primer trimestre. En el segundo también habrá recuperación económica y eso hará que los salarios se recuperen, pero no será de un día para el otro. Lamentablemente es de a poquitito, de la misma forma que cuando caía el poder adquisitivo de tu salario ibas cubriendo cada vez menos días del mes de a poquito”, dice Aldo Abram, director de la Fundación Libertad y Progreso.

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