Marcelo «Tango» Taboada se desempeñó durante más de 30 años como bombero voluntario de Tanti y siempre estuvo fuertemente ligado al crecimiento del sistema bomberil en la Provincia de Córdoba. Hoy se convirtió en un referente y un ejemplo para las nuevas generaciones por su profesionalismo, compañerismo y humildad.
El pasado 4 de julio, se lo homenajeó en las Olimpiadas Bomberiles que se hicieron en Villa Carlos Paz.
Si bien nació en la ciudad de Villa Carlos Paz, de joven se fue a vivir a Buenos Aires para hacer buceo y algo de técnicas de rescate. Con apenas 18 años, conoció el labor de los bomberos y se sumó a cuarteles de la capital. Luego regresó a las sierras de Córdoba, donde desde hace años cumple un rol fundamental.
En una entrevista con EL DIARIO, recordó: «Cuando vuelvo de Buenos Aires, a principios de los 90, lo hago con mi familia. Me instalé con mis niños chiquitos en Tanti. En el 2000, armamos la Agrupación Serrana, participando fuerte en el área de capacitación y operaciones. Fueron 12 años en operaciones y luego me vinculé con el Plan Provincial de Manejo del Fuego. En mi familia, era el único bombero, pero luego se sumaron mi esposa y mis hijos. Todos somos bomberos, incluso mi yerno. Se podrán imaginar de qué hablamos los domingos cuando nos juntamos a comer».
«La adrenalina que genera esto, las acciones, la técnica, es una fuerte energía que nos impulsa a ayudar. Cuando uno se convierte en efectivo, ayudar se convierte en un alimento y un motor. Como todo, muchas veces uno afronta situaciones frustrantes y cosas que por ahí no salen como uno quiere. Después de tantos años, duermo tranquilo por haber hecho todo lo que se podía en las circunstancias que podían. Me ha tocado ayudar en algún nacimiento y he acompañado a mucha gente»; aseguró.
Sobre la realidad que viven los bomberos cordobesas, destacó: «Hace años atrás, estábamos solos, hoy estamos acompañados. Y tenemos además gente muy capacitada, que ha trascendido fronteras y viven distintas experiencias. En mi caso, me tocó viajar al Amazonas y a algunos países nórdicos en Europa. Hemos estado haciendo cosas, entrenando y aprendiendo».
«Conozco muchachos y compañeros que han perdido el trabajo por ser bomberos, es una vocación al servicio de la comunidad. El bombero ve lo mejor y lo peor del ser humano, la grandeza y la miseria y al mismo tiempo, es un defensor de la naturaleza. Pasan los años y uno sigue ligado a la institución, se ha imposible no seguir. Me voy a retirar el día que me muera»; completó.