Dólar versus oro, plazo fijo, acciones y Bitcoin: esta fue la inversión ganadora en los últimos meses

A la hora de evaluar qué activo ofreció mayor rendimiento en el último año, el análisis de la evolución interanual entre julio de 2024 y julio de 2025 permite trazar un mapa claro de ganadores y perdedores. El dólar oficial, en ese período, avanzó un 34,5% en términos nominales. Sin embargo, una inflación acumulada del 41,74% le quitó buena parte del rendimiento, arrojando un resultado real negativo de -5,11%. Es decir, quien se mantuvo dolarizado perdió poder adquisitivo frente al avance de los precios.

El plazo fijo

En cambio, un inversor que optó por colocaciones en plazo fijo tradicionales, con tasas que ofrecieron rendimientos sostenidos en pesos, logró un avance nominal de 42,57%, apenas por encima de la inflación, lo que implicó un rendimiento real positivo del 0,59%, suficiente para superar al dólar y no perder poder adquisitivo.

El oro, a menudo considerado refugio global, mostró un comportamiento similar al dólar, con un alza nominal del 32,79% pero un rendimiento real negativo de -6,31%. Por el contrario, el gran ganador del año fue Bitcoin, que trepó un notable 87,4% nominal, logrando una ganancia real del 32,21%. Incluso descontando la volatilidad propia del criptoactivo, el salto fue contundente frente al resto de las alternativas.

El índice Merval, por su parte, tuvo un año más discreto: subió solo un 20,57% nominal, lo que se traduce en un rendimiento real negativo de -14,94%. La performance del mercado accionario en pesos quedó rezagada.

Inversiones y rendimientos entre enero y julio

Cuando se acota el análisis al acumulado enero-julio de 2025, el panorama muestra ciertos matices, pero confirma la misma dinámica general. El dólar tuvo un alza nominal de 19%, superando levemente a la inflación acumulada de 17%, lo que le otorga un rendimiento real del 1,74%. Es decir, quien se dolarizó a comienzos de 2025, hasta julio, obtuvo una leve mejora del poder adquisitivo.

Quien se dolarizó a comienzos de 2025, hasta julio, obtuvo una leve mejora del poder adquisitivo

El plazo fijo, con una performance del 19,1% nominal, logró mantenerse apenas por encima del IPC, con un resultado real de casi 1,8%, prácticamente en línea con el dólar. El oro, con un alza del 16,7% nominal, quedó ligeramente por debajo de la inflación, con un rendimiento real negativo del 0,23 por ciento

Bitcoin volvió a destacarse, aunque en menor magnitud que en la comparación anual: subió casi 31% nominal, lo que implicó un rendimiento real cercano al 12%. Por último, el Merval tuvo un desempeño negativo en lo que va de 2025: cayó un 6% nominal, lo que ajustado por inflación equivale a una pérdida real de casi 20 por ciento.

Este análisis deja una conclusión clara: en ausencia de un salto disruptivo del tipo de cambio, el dólar oficial quedó rezagado respecto a otras alternativas como los instrumentos en pesos ajustables o las criptomonedas. Para superar estos rendimientos y convertirse en la inversión ganadora, el dólar debería no solo romper el techo de la banda cambiaria, sino sostener esa tendencia por un período prolongado. En ese escenario, es probable que el Banco Central intervenga para contener la volatilidad, lo cual limitaría el potencial de ganancia.

El escenario que enfrenta hoy el inversor argentino no puede analizarse únicamente desde las cifras. Las decisiones de portafolio están atravesadas por un contexto macroeconómico y político que suma capas de complejidad a cualquier estrategia.

Uno de los factores que condiciona el flujo de dólares hacia el mercado oficial es el fin de la ventana de incentivos para la liquidación agroexportadora. En junio, el ingreso de divisas por exportaciones de cereales alcanzó los US$ 3.706 millones, un 87% más que en junio de 2024. Este repunte se explica por la vigencia del Decreto 38/25, que redujo transitoriamente las retenciones para soja, maíz y otros granos, permitiendo mejorar el precio recibido tanto por los productores como por el complejo agroindustrial. Sin embargo, con el vencimiento de la medida al 30 de junio (excepto para trigo y cebada), se anticipa un freno en el ritmo de liquidación para el segundo semestre, afectando directamente la oferta de dólares en el mercado oficial.

Este ajuste de expectativas coincide con un mercado importador más activo, impulsado por la flexibilización de regulaciones y barreras administrativas que volvieron más competitivo al dólar oficial. Hoy, para muchos sectores, importar es más barato que producir localmente, una dinámica que ya se refleja en mercados sensibles como el textil nacional, con pérdidas de competitividad y aumento de stock importado.

A este cuadro se suma el componente político. Argentina entra en la recta final del año electoral, y como ocurre habitualmente en los años de comicios, el ruido político genera mayor presión sobre los activos financieros. El impacto, esta vez, se sintió con fuerza en el mercado accionario.

El índice Merval, que en enero alcanzó picos históricos, retrocedió desde entonces más de un 20% en términos reales. Parte de esta caída responde al «efecto YPF» y al juicio internacional contra el Estado por la expropiación de la petrolera, que provocó un efecto «risk off» sobre los activos locales. Sin embargo, el trasfondo más estructural es la transición de un modelo económico de alta inflación y tasas reales negativas, hacia uno de desinflación con tasas positivas y menor expansión monetaria.

Este nuevo orden impacta en las decisiones de las empresas y en el humor del mercado. Algunos analistas anticipan que, si el oficialismo logra sostener el veto a ciertas leyes claves y mantener el superávit fiscal, podría darse un rebote técnico del 10-15% en las acciones. En cambio, si la oposición logra frenar el avance de las reformas o se deteriora el frente fiscal, el mercado podría profundizar las correcciones, incluso regresando a niveles de precios previos a la euforia de comienzos de año.

La cautela, clave a la hora de invertir

Mientras tanto, el dólar oficial sigue su curso. El tipo de cambio mayorista cotiza a $1.279,50, con una suba del 6,4% solo en este mes. Respecto al dólar paralelo, la venta se ubica en $1.340, mientras que los dólares financieros (MEP y CCL) operan en la zona de $1.285 a $1.292, marcando una brecha contenida. Aunque la dinámica actual parece estable, cualquier alteración en el equilibrio entre oferta y demanda, como la menor liquidación agroexportadora o un shock de demanda por incertidumbre electoral, podría disparar movimientos más abruptos en el tipo de cambio.

En este contexto, el inversor debe moverse con cautela. El análisis de rendimientos interanuales y acumulados hasta julio muestra que el dólar oficial, si bien tuvo un comportamiento positivo en términos nominales, perdió frente a otras alternativas como el plazo fijo o incluso las criptomonedas.

Para que el dólar vuelva a colocarse como la mejor inversión, debería no solo alcanzar el techo de la banda de flotación administrada, sino mantenerse por encima de ese nivel sin intervención oficial, un escenario que hoy no es probable.

Por eso, si bien la dolarización al tipo de cambio oficial puede seguir siendo una estrategia de cobertura razonable, no garantiza, por sí sola, superar al resto de los activos. La clave está en entender el timing, los incentivos fiscales, y sobre todo, el pulso de una macroeconomía que transita una fase de transición con final aún abierto.

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