Medio siglo del primer atentado de los GRAPO, la banda que nunca renunció a la violencia

Nunca lo reivindicó, pero las fuerzas de seguridad lo tuvieron claro: fueron los GRAPO quienes el 2 de agosto de 1975 mataron al guardia civil Casimiro Sánchez e hirieron a su compañero Ignacio Cabezón. Fue el primer atentado de la banda terrorista, del que este sábado se cumplen 50 años. Los dos agentes ya habían terminado su turno de vigilancia en el canódromo de Carabanchel, en Madrid, y caminaban por la calle Juan José Bautista cuando tres jóvenes les dispararon. A Casimiro Sánchez le alcanzaron ocho disparos, uno de ellos en la boca, y aunque intentó refugiarse en un portal, murió. Ignacio Cabezón logró parapetarse en un coche, resultó herido en el hombro y en el tórax y consiguió llegar a pie al hospital Gómez Ulla, donde fue atendido.

Los GRAPO sí reivindicaron su segunda acción mortal, que diseminó por varios puntos de Madrid. El 1 de octubre de ese mismo año cuatro policías nacionales murieron en tres atentados distintos en dos bancos y en una caja de ahorros. Asumieron la autoría y la justificaron como respuesta a los fusilamientos del régimen franquista, el 27 de septiembre de ese año, de dos miembros de ETA y tres del FRAP.

Más de mil acciones terroristas y 88 víctimas mortales

Los GRAPO (Grupos de Resistencia Antifascistas Primero de Octubre) nacieron hace medio siglo como brazo armado del Partido Comunista de España Reconstituido (PCE-r), que propugnaba la insurrección armada. Nunca renunciaron a la violencia y en su sangriento historial se cuentan 1.031 acciones que dejaron 88 víctimas mortales. Un reguero de sangre que esparcieron por muchos puntos de la geografía española, especialmente en Madrid, donde mataron a casi la mitad de todas sus víctimas (43), seguida de Barcelona (17).

Por años, fue en 1979 cuando causaron más muertes, con 31, por delante de las nueve de 1977. Y su acción con más número de víctimas fue el atentado en la cafetería California de Madrid, donde acabaron con la vida de ocho personas. Su última víctima mortal fue Ana Isabel Herrero, asesinada en Zaragoza el 6 de febrero de 2006 cuando intentaban secuestrar a su marido, el empresario Francisco Colell.

Los GRAPO nacieron en un momento en el que en Europa actuaban grupos similares, como Acción Directa en Francia, las Brigadas Rojas en Italia o la Facción del Ejército Rojo (Baader Meinhof) en Alemania. En nuestro país dos bandas terroristas actuaban en ese momento: los GRAPO y ETA.

A los GRAPO las fuerzas de seguridad le han asestado numerosos golpes, pero cada vez que una operación policial los debilitaba, renacían de sus cenizas. Liderados por Manuel Pérez Martínez, conocido como ‘el camarada Arenas’, y quien fuera secretario general del PCE-r, los GRAPO, dirigidos por una vieja guardia que no encontró relevo, permanecieron activos pese a esos golpes. Y es que pese a su proselitismo, a su discurso, no consiguieron calar en sus bases, a las que posiblemente no les resultara atractivas unas justificaciones algo «rancias» de la lucha armada.

Los últimos estertores

Según subrayaron en su día a EFE agentes de la Guardia Civil que lucharon contra la banda, quizá las protestas y descontento producido por la grave crisis económica de 2008 hubieran sido un momento importante para crear ese «caldo de cultivo», pero entonces aún estaban en la cárcel los grapo más «doctrinales e ideológicos». Salieron después, con la derogación de la denominada doctrina Parot.

De todos modos, la banda terrorista siempre se recomponía cada vez que las fuerzas de seguridad la golpeaban. «Los GRAPO resurgían una y otra vez. En cuanto salían un par de miembros de la cárcel se reorganizaban», aseguraban estos investigadores. Fue así hasta el último golpe, en junio de 2007. En esa fecha, la Guardia Civil desarticuló en Barcelona al último comando operativo de la organización terrorista y de su estructura clandestina y detuvo a seis de sus miembros: José Francisco Cela Seoane, Manuel Ramón Arango Riego, Isabel María Aparicio Sánchez, Lucio García Blanco, Jorge García Vidal e Israel Clemente López.

Siete años antes, el 9 de noviembre de 2000, la Policía francesa, en colaboración con la Guardia Civil, desmanteló a la dirección de la banda y practicó siete detenciones, entre ellas las de sus máximos dirigentes: Manuel Pérez Martínez y Fernando Silva Sande.

La frustrante búsqueda de Publio Cordón

Precisamente Silva Sande, al que se le puede considerar como «arrepentido», fue quien dio las pistas para la búsqueda de una de las acciones más conocidas de la banda, el secuestro del empresario aragonés Publio Cordón. Un 27 de junio de 1995, en torno a las 7.30 horas, fue capturado en Zaragoza por tres terroristas, entre ellos Silva Sande, mientras hacía deporte cerca de su vivienda. Cordón fue trasladado a una vivienda de la ciudad francesa de Lyon, donde fue custodiado por otros dos terroristas: Antonio Ramón Teijelo y María Victoria Gómez Méndez.

En la buhardilla de la casa, recluyeron a Cordón en un armario empotrado. Las muescas de letras y números que el secuestrado efectuó en la jamba del armario sirvieron de prueba para demostrar que la víctima estuvo allí, según los análisis caligráficos. Cordón intentó escapar, cayó al vacío desde una ventana, quedó malherido y al poco murió sin que, al parecer, fuera socorrido por sus captores. Al no haberse encontrado el cuerpo, sus custodios no pudieron ser condenados por asesinato, sino solo por secuestro. No se han escatimado medios para encontrarlo, incluidos los más avanzados, en un rastreo que llevó a la Guardia Civil hasta el Mont Ventoux francés, donde pudo ser enterrado. Todos los implicados en el secuestro han sido condenados. Pero 30 años después del secuestro en la Justicia y la Guardia Civil permanece una sensación de frustración por no haberse localizado el cuerpo para que la familia descanse y pueda pasar página.

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