Un comerciante de Carlos Paz asegura haber visto al Cucú en las playas de Búzios

El increíble suceso habría ocurrido en la Orla Bardot, a metros de la estatua de Brigitte Bardot. La familia del testigo, alojada en una posada de otro empresario carlospacense, reaccionó con una mezcla de humor y preocupación: ¿Un milagro turístico o el efecto del sol brasilero? El Cucú en Buzios.

Hay historias que desafían toda lógica, relatos que se instalan en esa frontera difusa entre la realidad y el delirio. Y la que vivió esta semana un reconocido comerciante de nuestra ciudad en las costas de Buzios (Brasil), sin duda, pertenece a esa categoría. Lo que comenzó como una tranquila caminata matutina por la emblemática Orla Bardot, terminó en un episodio que parece extraído de un guión de realismo mágico con tonada cordobesa.

El protagonista de esta historia, un empresario de larga trayectoria en Carlos Paz cuya identidad mantenemos en reserva a pedido de su familia, se encontraba disfrutando de unas merecidas vacaciones. Mientras contemplaba la famosa escultura de Brigitte Bardot, con el mar turquesa de fondo, un sonido familiar y absolutamente fuera de lugar le heló la sangre: el chirrido característico de una puerta de madera abriéndose, seguido del inconfundible «cucú-cucú».

Según su propio y exaltado relato, al girar la cabeza vio lo imposible. Posado sobre una amarra de barcos, con su plumaje de madera y su mirada fija, estaba él: el pájaro del reloj Cucú. No una réplica, no un ave parecida. Era, según sus palabras, «el nuestro, el de toda la vida», como si hubiera emprendido un exilio inexplicable hacia tierras más cálidas.

Tras unos segundos de parálisis, el hombre reaccionó. Sin fotos que probaran el avistamiento, pero con la certeza de quien ha visto un milagro o una aparición, corrió descontrolado por las calles empedradas de la villa costera. Su destino era la Posada Do Catavento, donde su esposa e hijos desayunaban tranquilamente.

Al llegar, con la respiración entrecortada, alcanzó a gritar: «¡Lo vi, lo vi! ¡El Cucú está acá!». La reacción fue la esperada. Su esposa, entre risas nerviosas, intentó calmarlo. Sus hijos adolescentes lo miraban con esa piedad con la que se mira a un padre bajo los efectos de una caipirinha de más.

Incapaz de convencerlos, la mujer tomó una decisión drástica. Marcó el número del propietario de la posada, quien casualmente es otro conocido carlospacense, el empresario y exconcejal Mariano Melana, titular de la agencia de turismo Babel Viajes y soltó: «Mariano, no sé qué le pasa». En voz baja, le dijo: «Dice que vio al pájaro del Cucú en la playa. ¿Qué hago?».

Del otro lado de la línea, el silencio de Melana fue elocuente. El empresario, acostumbrado a resolver problemas de turistas, desde vuelos perdidos hasta excursiones fallidas, se encontró por primera vez sin un protocolo para aplicar.

La solución, sin embargo, no llegó de la mano de un experto en logística turística, sino de un testigo ocasional. Un camarero de la posada, que había escuchado la conversación con la calma de quien ha visto todo bajo el sol de Brasil, se acercó a la esposa y, con una lógica aplastante, sentenció: «Y bueno, señora… le sugiero que le suministre un analgésico con un vaso de agua».

Más Noticias

Noticias
Relacionadas