Desde tirar pintura a un avión privado en el aeropuerto de Ibiza y contra el Museo Guggenheim en Bilbao hasta cortar la M30 en plena operación salida en Madrid, el historial de acciones de Luna Lagos con Futuro Vegetal es largo. Tanto, como las denuncias judiciales que acumula a sus espaldas y que la podrían llevar incluso a acabar en prisión. Y todo, por el cambio climático.
Esta joven de 28 años, natural de Sevilla pero que en la actualidad vive en el Pirineo francés, asegura en una entrevista a EFEVerde que, pese a que «obviamente aterra» la posibilidad de entrar en prisión», le aterra «mucho más» la crisis climática.
Un jet privado, cubierto de pintura en Ibiza para protestar contra sus emisiones de CO2 / futuro vegetal
Lagos, que alterna su trabajo de temporera agrícola con otras épocas como sanitaria, forma parte de Futuro Vegetal, un colectivo de desobediencia civil que lucha contra el cambio climático.
La organización es conocida por sus acciones radicales, como pegarse a ‘Las majas’ de Goya en el Museo del Prado, y fue considerada como terrorista por el Fiscal General del Estado en la memoria de 2023, que, aunque después se retractó en una declaración pública, no modificó ese documento, según denuncia Lagos.
«Un mes después la Policía Nacional nos estaba deteniendo, acusándonos de formar una organización criminal», recuerda la joven al hablar de una de los múltiples arrestos que acumula a sus espaldas, con denuncias que conllevan penas de prisión en muchos casos.
«Merece la pena»
«Yo soy una persona que está imputada como participante de una organización criminal, por lo que solo por eso me estoy jugando entre tres y ocho años de cárcel, más cada vez que me han detenido por cualquier protesta y me han propuesto para delito de daño de orden público, con lo cual eso también lleva pena de cárcel», explica.
Lagos reconoce que «obviamente aterra» la posibilidad de entrar en prisión y que eso ha puesto su vida «en el congelador, porque son procesos judiciales muy largos», pero que le «aterra mucho más la crisis climática y todas las desigualdades que está acentuando esta crisis», que considera que está golpeando más fuerte a las personas vulnerables y más precarizadas.
Activistas de la entidad se pegaron al marco de pinturas de Goya / Futuro Vegetal
Por ello, defiende que, pese a las imputaciones que pesan a sus espaldas y que tiene «unos días mejores y otros peores», merece la pena todo esto y no se arrepiente de nada de lo que ha hecho.
«No creo que nada de lo que haya hecho sea un delito y deba ser castigado, sino que es algo necesario y legítimo de hacer para la supervivencia de la especial y del planeta», asegura.
Lagos afirma que se ha producido una «escalada represiva» por parte del Estado desde que empezó Futuro Vegetal en 2022 debido a que apuntan «a los responsables de la industria cárnica con nombres y apellidos y a los políticos que se benefician de ello».
Contra la industria cárnica
Precisamente Futuro Vegetal tiene en la industria cárnica su principal demanda: «En concreto, tenemos una demanda muy específica que es acabar con las subvenciones que ahora mismo destina el Estado español a la industria ganadera y dedicarlo para promocionar alternativas ecológicamente responsables».
Lagos argumenta que la industria cárnica no solo tiene un impacto en la crisis climática a escala global, sino también en el Estado español y denuncia que este deriva «muchísimo dinero» a la misma.
Imagen de una macrogranja, grandes emisoras de gases de efecto invernadero / Agencias
«Nos parece flagrante que no solo el Gobierno no esté tomando acción para mitigar estos efectos de la crisis climática, sino que está activamente colaborando y fomentando estas industrias que están drenando todos los recursos para su beneficio económico y a costa de la seguridad alimentaria de la población», continúa.
En concreto, la joven carga contra las «cinco familias que facturan anualmente más de 1.000 millones y son las que se llevan casi todas las subvenciones al final».
Un mensaje efectivo
¿Y qué tiene que ver la industria cárnica con tirar pintura a un yate? Pues para Lagos es una forma «bastante útil», en términos comunicativos, de lanzar el mensaje.
«Al final la idea no es tanto el estar hablando todo el rato de crisis climática entre las personas que ya conocen esto, sino también en llegar al mayor número de gente posible», concede.
También habla de la desobediencia civil y la acción directa no violenta como «uno de los motores de cambios más efectivos a largo plazo» y por eso, argumenta, se centran en ello.
«Pero no entendemos que haya una única manera de cambiar la sociedad o de afrontar la crisis climática, sino que creemos que la urgencia es tal y nos estamos jugando nuestro futuro y el de todos los seres de la tierra, que tenemos que probar con todo lo que podamos para intentar cambiarlo», sentencia la joven, que defiende la necesidad de luchar ante la gravedad de la situación.