En el shopping WO de Villa Carlos Paz, la fuente de agua instalada junto con la apertura del complejo en diciembre pasado se ha convertido en un símbolo curioso. A pesar de que en Argentina las monedas casi desaparecieron de la circulación, los visitantes se resisten a abandonar la costumbre de arrojar dinero al agua como gesto de deseo o buena fortuna.
El paisaje cambió: ya no brillan monedas en el fondo, sino que aparecen billetes de distintas denominaciones que flotan sobre la superficie o se hunden lentamente. Papeles de veinte, cien y más, que se mezclan con las luces del lugar y llaman la atención de quienes se detienen a mirar.
La misma postal se repite en la fuente del emblemático Reloj Cucú, donde años atrás el fondo se cubría de monedas y hoy solo se observan billetes dejados por turistas y vecinos.
La tradición persiste, aunque el soporte cambió: sin monedas disponibles, los billetes heredaron el ritual de siempre, como si nadie quisiera renunciar a ese gesto mínimo que combina fe, juego y costumbre.
En ambos casos, la escena genera comentarios entre quienes pasan: algunos se sorprenden por la cantidad de billetes en el agua, otros bromean con la idea de “tirar un deseo caro”, y no faltan quienes se preguntan qué ocurre luego con ese dinero que queda empapado en el fondo de las fuentes.