Un conjunto de imágenes inéditas permite contar, paso a paso, la ampliación y puesta en valor del Puente Uruguay, sobre el río San Antonio. Las fotos documentan el momento clave del montaje de vigas premoldeadas, el tránsito ya habilitado en cuatro carriles, y la evolución del espacio inferior: primero, un pasillo peatonal a cielo contenido; después, la construcción de sanitarios y salas que darían origen a la actual galería cultural y turística. Con el tiempo, el perfil del puente sumó iluminación de colores, consolidando un hito del paisaje nocturno.
Montaje de vigas
Las estructuras premoldeadas llegaron por tramos y fueron izadas con grúas para apoyarlas sobre los nuevos estribos y armaduras. En las imágenes se ve el guiado milimétrico de operarios y el anclaje de las barras de acero que vinculan la viga con el resto del tablero.
Crecimiento del tablero y barandas
Con las vigas en posición, se avanzó en la conformación del tablero y en la colocación de defensas, barandas y señalización. El objetivo: pasar de dos a cuatro carriles y descomprimir un acceso neurálgico de la ciudad.
Bajo puente: de pasarela a galería
El espacio inferior comenzó como pasarela peatonal que conectaba veredas a resguardo de la calzada. Luego se levantaron módulos de mampostería para sumar baños y salas, paso decisivo hacia la galería cultural y turística que hoy funciona como paseo.
Ese detalle que pocos conocen está en tus imágenes: la “vía” que se ve en la foto antigua es hoy el piso de la galería turística. Cuando la Provincia amplió el puente, construyó el nuevo tablero vial encima. Abajo quedó la planta baja —antes pasarela protegida del tránsito— que fue cerrándose, sumó baños y salas, y se convirtió en un paseo cultural que hoy late con exposiciones y visitas.
Nueva imagen nocturna
La intervención culminó con la iluminación escénica del contorno: equipos que bañan los arcos y columnas con distintos colores, incorporando al puente a la agenda visual de la costanera.
Por qué fue una obra bisagra
La ampliación vial ordenó el flujo entre centro y costanera; la refuncionalización del bajo puente devolvió el río a la experiencia urbana, creando un ámbito para muestras, ferias y recorridos. El resultado no fue solo más capacidad de paso, sino un nuevo espacio público que hoy integra la vida cultural de Villa Carlos Paz.