Y finalmente llegó el día que muchos temían: el dólar se acercó tanto al techo de la banda de flotación que el Banco Central decidió mostrar sus cartas: puso tres órdenes de venta por u$s100 millones cada una, como para demostrar que los funcionarios hablan en serio cuando dicen que mantendrán el esquema cambiario y que tienen «poder de fuego» para defenderlo.
En realidad, el tipo de cambio -debe tomarse como referencia el dólar mayorista- no llegó a tocar el techo, que al viernes se ubica en $1.472, sino que llegó hasta $1.456. Es decir, quedó a una distancia de 1% de tocar el techo.
Pero el Central prefirió no esperar a que el mercado -que ya empujó al dólar un 7,5% en una semana- se decidiera a testear el techo para ver qué pasaba. Con estas posturas, el Central envió un mensaje, en el sentido de que dispone de u$s22.000 millones del Fondo Monetario Internacional que se usarán para evitar turbulencias.
El hecho de que el BCRA haya hecho esa postura no significa necesariamente que haya vendido: sólo está indicando que, en caso de que haya alguien dispuesto a pagar $1.472, saldrá a ofrecer a ese precio.
Los analistas creen que la estrategia detrás de esa jugada es estimular a los inversores a vender antes de que la cotización llegue al techo, al mostrarles que no podrán conseguir un precio mejor.
Lo cierto es que no son muchos los vendedores privados en estos días, en los que el mercado está plagado de rumores en el sentido de que podría pasarse a otro esquema cambiario luego de las elecciones legislativas de octubre.
La única ayuda que tuvo el gobierno fue la exportación agrícola, que había mermado antes de la votación bonaerense, justamente porque los productores se veían venir una devaluación. Es así que el lunes hubo una oferta privada de u$s200 millones que equilibró al mercado. En los días siguientes aminoró el volumen, aunque las noticias que llegan desde el ámbito agrícola son relativamente optimistas y hablan de ingresos de unos 3.700 camiones diarios a la zona portuaria de Rosario.
El interrogante, claro, es si aun con un buen aporte de la exportación sojera se podrá evitar que el dólar siga su carrera ascendente, en un mercado en el que la consigna general parece ser la de cubrirse con dólares hasta que se sepa el resultado de las legislativas.
Acelerando la corrida
Lo cierto es que el nerviosismo volvió a instalarse en el escenario, con reacciones defensivas aun cuando el equipo económico en pleno volvió a ratificar su plan en el streaming oficialista del Gordo Dan, e incluso cuando Santiago Bausili dio a entender que lo peor ya había pasado y que por eso el BCRA estaba induciendo a una progresiva baja de las tasas de interés.
En un contexto de desplome de los bonos y de aumento del costo de cobertura en el mercado de futuros, hay jugadores a los que la tasa del carry trade les empieza a parecer baja en relación al riesgo de una devaluación. Es decir, se crearon las condiciones para una corrida.
Entre los economistas hay dos facciones: por un lado, la de los que le piden al gobierno que abandone la banda de flotación, para evitar un sacrificio inútil de reservas; por el otro, los que piden que el BCRA adopte una actitud agresiva para que el mercado deje de pulsear y no se anime a empujar al tipo de cambio hasta el techo.
Por caso, Aldo Abram, director de la fundación Libertad y Progreso, y uno de los economistas afines al oficialismo, se mostró crítico de que el BCRA haya bajado la tasa de interés, y sostiene que la prioridad del gobierno debe seguir siendo la defensa del valor del peso.
«No hay margen para más bajas; urgente, debe anunciar que tiene unos u$s6.000 millones propios para defender el valor del peso en el techo de la banda. Es más, ofertarlos en la pantalla a ese precio y el tipo de cambio bajará sin que se venda un solo dólar», sugirió el analista.
Le respondió Federico Furiase, director del BCRA y uno de los ideólogos del plan económico: «¿Por qué deberíamos anunciar que hay u$s6.000 millones si ya anunciamos que en el techo de la banda hay u$s22.000 millones? Que algunos no lo crean no es algo que dependa de nosotros. Sólo lo comprobaran si lo testean».
Y, de hecho, lo que hizo el BCRA fue en línea con el reclamo. La respuesta de Furiase generó críticas, porque hubo quienes lo tomaron como un desafío al mercado, algo parecido a la ya célebre frase «compra, campeón, no te la pierdas», que pronunció Toto Caputo cuando el dólar cotizaba a $1.229 y arreciaban las advertencias de atraso cambiario.
El mercado golpea el techo
Queda por verse cómo responderá el mercado cuando, efectivamente, el Central empiece a vender. Es decir, si los inversores no frenan antes del techo y el dólar toca el temido límite superior de la banda. Es algo que la mayoría de los analistas dan por obvio que ocurrirá en pocos días, dada la incertidumbre política cuando todavía faltan seis largas semanas para las elecciones.
Las señales de pesimismo no sólo se aprecian en la cotización del dólar sino en otros detalles, que los analistas miran con lupa. Por ejemplo, el hecho de que el dólar «contado con liquidación» esté aumentando su cotización con respecto al dólar MEP. La diferencia entre ambos es que con el CCL se puede comprar dólares para depositar en el exterior, mientras el MEP opera en el sistema local. Por lo tanto, cuando la diferencia se agranda, se interpreta que hay una percepción de riesgo que predispone a los inversores a pagar un sobreprecio para sacar dólares del país.
También es llamativo lo que ocurre en el mercado de futuros A3, donde ya todas las posiciones posteriores a la elección de octubre cotizan por encima del precio teórico que marca el techo de la banda. Así, este viernes los contratos a fines de octubre cerraron a $1.523, cuando el techo para esa fecha será de $1.494. En otras palabras, hay inversores dispuestos a pagar un alto precio de «seguro» con tal de cubrirse contra un riesgo de devaluación.
¿Cuánto hay en el Banco Central?
En definitiva, suponiendo que antes de las elecciones, efectivamente el dólar toque el techo y el BCRA salga a vender, ahí se comprobará la credibilidad real en el plan. Porque si hubo algo que estuvo en debate en los últimos días es que el Central realmente pueda disponer de la cantidad de dólares que ostentan los funcionarios.
Esos u$s22.000 a los que aludió Furiase son las reservas líquidas que quedan cuando al nivel de las reservas brutas -u$s40.500 millones- se les restan otros ítems como el swap con el Banco de China y los dólares de Sedesa -el fondo de garantía para los depositantes-.
Pero, la principal objeción de los economistas críticos es que el hecho de que las reservas sean líquidas no significan que sean propias. Porque, además, hay que considerar los encajes por depósitos bancarios en dólares, que son de los ahorristas y no del BCRA. Tras esa resta, las reservas netas quedan en u$s12.000 millones, según los más optimistas. Otros, al restar obligaciones del Tesoro a corto plazo, limitan las reservas líquidas a u$s7.000 millones.
¿Vender dólares es peor?
En el bando de los que aconsejan dar por concluido el esquema de bandas y dejar flotar al dólar, el argumento es que siempre que se intentó pulsear contra el mercado para defender un tipo de cambio, el Central salió magullado. Ocurrió en el final del gobierno de Mauricio Macri, a pesar de que en aquel momento las reservas del BCRA llegaban a u$s67.000 millones y se contaba con un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que suponía un tramo adicional a desembolsar.
El razonamiento de estos economistas es que los dólares del FMI no están para ser usados, sino para ser mostrados con ánimo disuasorio. Algo así como mostrar un arma que no tiene balas, con la esperanza de que el contrincante se atemorice.
Pero que, si se llega al punto en que la oferta privada de divisas desaparece, o no es suficiente para contener la demanda, y por lo tanto el dólar toca el techo, debe considerarse que el esquema de bandas ya falló.
El argumento es que, cuando los dólares del FMI empiecen a venderse, el mercado interpretará que habrá menos divisas disponibles para pagar los vencimientos de deuda, lo cual hará subir el nivel de riesgo país, en el marco de un cierre del crédito para Argentina en el mercado internacional.
Y agregan que, como el propio Tesoro echará leña a la hoguera porque necesitará comprar dólares, igualmente la cotización terminará subiendo.
La decisión no es fácil, sobre todo si se tiene en cuenta que durante 2026 habrá vencimientos de deuda en dólares por u$s18.700 millones, de los cuales unos u$s4.500 millones tienen fecha de pago en enero próximo.