Eduardo Mendoza, «Princesa de Asturias» de las Letras, ya está en Oviedo: «Espero sobrevivir a los Premios, que ya es mucho»

Con la bonhomía y el humor que le caracteriza, ese que le hace cerrar muchos los ojos, hasta achinarlos en una carcajada tímida, llegó Eduardo Mendoza este domingo a las siete y media de la tarde al Hotel de la Reconquista de Oviedo. Con su aterrizaje, después de los saludos de Graciela Iturbide y Mary-Claire King, se cerró la primera tanda de recibimientos a los premios «Princesa de Asturias».

El de las Letras, recibido como las que le habían precedido por la banda de gaitas de Corvera, saltó del coche jovial y deportivo, en una forma estupenda a sus ochenta y dos años, americana y unas zapatillas nike negras, como una estrella del rock o un campeón olímipico de las largas distancias. De los saludos a la directora de la Fundación Princesa, Teresa Sanjurjo, saltó Mendoza al photocall, sonriente, saludando, echando las manos al cinto. Al otro lado, junto a los fotógrafos, las cámaras y los redactores, algunos lectores y peatones despistados aplaudían bajo la lluvia con fervor. No había pancartas ni libros para firmar, pero se podía distinguir la emoción de los seguidores del autor de «La verdad sobre el caso Savolta» y los que tenían debajo del brazo una docena de huevos y el pan y se habían parado de vuelta a casa al ver cámaras y gaitas a la entrada del Reconquista.

A Eduardo Mendoza, le dijo una periodista, ¿no le gusta pasar desapercibido? «Bueno, sí, pero o una cosa o la otra», bromeó, «Y que me traten bien, me encata, a todo el mundo le gusta«. En especial en Asturias. Todos lo dicen, e Iturbide había apelado a sus tatarabuelos para vincularse a la región, pero Mendoza volvió a contar que él también tiene genes de la tierra. «Estoy muy contento de estar aquí, me encanta Asturias, soy descendiente de asturianos, mis abuelos eran asturianos y estoy en casa», contó para referirse al abuelo paterno, destinado en Oviedo, casado aquí con una avilesina, y también a su padre, que nació en Asturias antes de mudarse a Barcelona.

La ilusión de Mendoza por este premio y esta semana de premios se nota, como él mismo se preguntó de forma retórica. «Ningún premio es uno más», razonó, «cada uno es lo que es, pero este es muy especial, muy bonito«. Su programa de actividades es amplio, «tengo que estudiarlo más, es muy completo, procuraremos estar a la altura». Y con su proverbial gracia, ante la pregunta sobre sus expectativas ante esta semana, zanjó: «No tengo expectativas, espero sobrevivir, que ya es mucho». Genio y figura.

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