El Gobierno se mueve tras el órdago de Junts de romper amarras ante los compromisos incumplidos. Los ministerios de Exteriores de España y Alemania han llegado a un acuerdo este viernes para “abrir un diálogo con el objetivo de encontrar una respuesta a la solicitud española de que sus lenguas cooficiales distintas del español sean reconocidas como oficiales en la UE de forma que sea aceptable” para los Veintisiete, según la declaración conjunta a la que ha accedido EL PERIÓDICO.
Se hará con urgencia con el objetivo de que en el próximo Consejo de Asuntos Generales se pueda incluir en el orden del día y presentar un texto para el debate, según apuntan fuentes de Moncloa. Este paso es significativo dado que Alemania era el principal país que vetaba hasta ahora este compromiso con Junts para el que se necesita la unanimidad de los Estados miembros. «Un cambio sustancial respecto a todas las negociaciones que se habían llevado a cabo hasta ahora», reconocen en el Gobierno con satisfacción.
Para el impulso de esta medida en la UE, que incluye la oficialidad del catalán, el gallego y el euskera, desde el Ejecutivo siempre apuntar a que Alemania tiene un “papel clave”. Desde el convencimiento que si se logra reconducir la posición de los alemanes, hasta ahora contraria, otros países seguirán su estela para levantar el veto. El ministro José Manuel Albares ya incluyó la «defensa de la identidad plurilingüe» en su tríada de prioridades de la política exterior española, junto a Ucrania y Gaza.
Para limar asperezas ante un asunto sobre el que se requiere unanimidad y presenta dudas legales entre algunos estados miembros, el Gobierno ya se prestó a que su medida se revise por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE). Asimismo, España se comprometió a asumir los costes derivados de su implantación, que la Comisión Europea calculó en unos 132 millones de euros al año.
Pedro Sánchez ya aprovechó su reunión bilateral el pasado 18 de septiembre con el canciller alemán, Friedrich Merz, para poner sobre la mesa la oficialidad del catalán en la UE e intentar erosionar la oposición de Alemania. “Llevamos 40 años esperando este momento y espero que podamos lograrlo en un futuro no muy lejano”, presionó el jefe del Ejecutivo. La posición del canciller alemán se mantuvo monolítica, aunque se mostró comprensivo respecto al “interés” del Gobierno español respecto a los “desafíos lingüísticos aquí en España”.
“Cada lengua multiplica la necesidad de traducciones. A medio plazo, con la IA no necesitaremos intérpretes, podremos hablar en todos los idiomas de la UE”, se posicionó entonces Merz para enfocar esta cuestión desde un punto de vista más pragmático o meramente logístico.
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