Hay un síntoma preocupante para cualquier entrenador. Cuando los fotógrafos están más pendientes de captar los gestos del técnico que lo que pasa en el césped es mal asunto. Y de un tiempo a esta parte, los reporteros gráficos pasan demasiado tiempo siguiendo los gestos y las reacciones de Xabi Alonso. Sus experimentos en la pizarra comienzan a pasarle factura al equipo. El planteamiento en Elche ofreció la imagen más caótica del Real Madrid de lo que va de temporada. El sistema defensivo fue desastroso, con los tres centrales llegando tarde a las coberturas a la hora de marcar a Rafa Mir y André Silva, los centrocampistas del Elche llegando solos por la indolencia en el doble pivote de Ceballos y Arda Guler, y los carrileros superados, especialmente Trent, por un Germán Varela que llegó cómo y cuando quiso por su lado hasta la consecución del gol de Febas entrando por esa zona.
Falta de compromiso en la presión
El «Normal» que se leyó en los labios de Mbappé tras el gol del Elche expresa perfectamente el sentir de un vestuario que no entiende al entrenador y que ve cómo el equipo ha perdido cualquier rastro de identidad futbolística. Alonso ha tenido que claudicar ante su idea primigenia de asfixiar a los rivales en su área en la salida de balón. Kylian, Vinícius, Rodrygo y Bellingham no se comprometen en la presión alta y eso acaba por condicionar el planteamiento del entrenador tolosarra, que en el Martínez Valero vio cómo la desidia defensiva de sus atacantes era aprovechada una y otra vez por los futbolistas rivales.
El Real Madrid fue un caos defensivo desde el minuto 1 al 90. Nadie lideró tácticamente al equipo porque Camavinga está perdido y sin Tchouameni, ahora mismo el jugador de campo de referencia en el aspecto defensivo, los blancos son enormemente vulnerables. Pese al arreón madridista de la última media hora tras el gol local, el Elche le discutió la posesión (49%) a los de Xabi y le disparó 15 veces, seis de ellas entre palos a Courtois, que además de recibir dos goles, salvó otras dos ocasiones claras. Además, el Madrid perdió 50 balones, destacando los 22 que perdió Trent Alexander-Arnold, que completó una irregular actuación con problemas defensivos y una condición física que le condicionó mucho en los minutos finales.
El planteamiento de Xabi no fue entendido por los jugadores, con dos futbolistas de toque en el medio (Arda-Ceballos) justo el día que se medían a un rival que discute la posesión. Y sin recuperadores en la medular, los blancos lo pasaron mal corriendo detrás de Diang, Germán y compañía. Atrás Huijsen volvió a evidenciar que sufre cuando tiene que lidiar con delanteros físicos y Carreras sigue generando dudas después de su buen inicio de temporada. Solo Raúl Asencio, que volvió a ser el mejor atrás como en Vallecas, ofreció garantías.
Mbappé encadenó su tercer partido sin marcar consecutivo. Algo que le generó mucha frustración, hasta el punto de ser amonestado al final del partido por sus protestas al árbitro. Kylian ha dejado de aparecer en los espacios y abusa de pedir el balón al pie siendo el referente del equipo en punta, lo que hace que el equipo no se estire con la pelota y no genere peligro a las defensas rivales a su espalda. El francés es, sin duda, el jugador más comprometido con Xabi, con el que tiene una buena química después de que el tolosarra le diera los galones en ataque desde el primer día.
Bellingham es caso aparte. El inglés no termina de encontrarse cómodo en la pizarra de Xabi, por más que le pida ocupar la posición en la que Ancelotti le convirtió en el llegador del equipo al área. Jude ha perdido importancia en la construcción, donde el paso lo lleva un Arda Guler al que los partidos complicados se le hacen cuesta arriba y no termina de ser líder que el Madrid necesita. Además, su complexión física hace que vaya diluyéndose hasta ser sustituido recurrentemente en todos los encuentros.
Sin ascendencia sobre el vestuario
El once inédito que Xabi sacó al Martínez Valero ayer genera aún más dudas sobre el técnico. Florentino recela de su propuesta y ya le advirtió sobre la gestión de Vinícius y su pérdida de protagonismo. En Elche el brasileño completó su cuarta suplencia de lo que va de temporada, con lo que ha iniciado un cuarto de los partidos sentado en el banquillo. A su lado estaba otro de los ‘rebeldes’ del equipo, Federico Valverde. El uruguayo es probablemente el jugador que más ha empeorado su situación con la llegada del nuevo técnico. A día de hoy solo Courtois mantiene su nivel y eso no es precisamente buen síntoma.
El vestuario sospecha de Xabi, Florentino recela de él y la afición ya habla abiertamente del relevo del tolosarra, que afronta este miércoles un examen en Atenas, donde se mide a un Olympiacos áspero y afilado que tratará de pescar un triunfo ante este caótico Real Madrid. Muchos futbolistas blancos han dejado de creer en la propuesta del técnico, unos porque no ven asimilable su modelo de juego y otros porque les exige cambiar su forma de afrontar los partidos teniendo que sacrificarse más de lo que hacen habitualmente.
Xabi está tocado, pero los jugadores también están señalados. Su falta de actitud terminó empujando a Ancelotti fuera del Madrid y ahora van camino de hacer lo mismo con el donostiarra. «A Xabi se le está poniendo cara de Rafa Benítez», apuntaban desde el club hace unos días tras la derrota en Anfield. El problema es que cada día que pasa esa sentencia pesa más y después de los empates en Vallecas y Elche, dos plazas en las que debía haber sumado de tres en tres, el Real Madrid de Xabi da la sensación de ir a la deriva y al fondo se vislumbra el iceberg. Le salva, por el momento, que no hay alternativas para el banquillo en el mercado que atraigan a Florentino. Y en el teléfono de Klopp sigue saltando el buzón de voz.
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