Aunque hoy en día muchos hemos dejado atrás las grandes religiones para abrazar otro tipo de creencias (más difusas, a veces cercanas al esoterismo o a la espiritualidad alternativa), la realidad es que seguimos teniendo la misma necesidad que hace miles de años: encontrar sentido a lo que no comprendemos.
Antes, ese sentido nos lo daba la mitología: un inmenso tejido de dioses, leyendas y símbolos que se extendió por toda la cuenca mediterránea y que hoy nos llega sobre todo a través de Grecia y Roma.
En la Península Ibérica ese pasado no está enterrado del todo. Al contrario: está tan vivo que a veces basta un paseo por una villa romana o un poblado íbero para conectar directamente con el imaginario de nuestros antepasados. Entre mosaicos, esculturas y ruinas se esconde un legado que, aunque lejano, sigue hablándonos de lo que fuimos y de lo que seguimos siendo.
Y es que uno de los problemas más comunes de la vida moderna (la falta de sueño) tiene un eco muy antiguo. Hoy atribuimos el insomnio al estrés, las pantallas o el ritmo frenético de la ciudad, pero para los romanos el descanso estaba bajo la protección de una divinidad muy concreta: Hypnos para los griegos, Somnus para los romanos. Este dios no solo garantizaba el sueño reparador, sino que se creía que podía guiar nuestras almas a través de los sueños, llevar mensajes divinos e incluso acercarnos al límite entre la vida y la muerte.
Para estas sociedades antiguas, dormir no era solo descansar: era entrar en un estado liminal, un terreno intermedio entre la vigilia y el más allá donde se podían inspirar visiones, calmar la mente o incluso, según los mitos, inducir al olvido a través del rocío del río Leteo. Se le representaba como un joven alado, portando un tallo de amapola o un cuerno de opio, símbolos de su poder para adormecer a dioses y mortales por igual.
Un dios dormido entre olivares
Casi dos milenios después, la figura de este enigmático dios descansa muy lejos de su Roma natal. Se encuentra en Almedinilla: un pequeño pueblo de la Subbética cordobesa rodeado de olivares y atravesado por el río Caicena. Allí en el Museo Histórico local se conserva una estatua en bronce de Hypnos única en Hispania de una calidad y conservación extraordinarias.
La pieza, de 87 centímetros de altura, se encontró en 1988 en la villa romana de El Ruedo, uno de los yacimientos más impresionantes de Andalucía. Este enclave, activo entre los siglos I y VI d.C., combina la zona productiva típica de una gran explotación agrícola (almazaras, hornos, lagares y almacenes) con una parte residencial de lujo, donde vivía el terrateniente o “dominus” junto a su familia.
La escultura apareció en lo que era la zona noble de la villa, muy probablemente en la Sala Triclinium: un comedor diseñado para impresionar a los invitados.
Un viaje arqueológico que merece la pena
La villa de El Ruedo se puede visitar a través de las rutas guiadas que organiza la Oficina de Turismo de Almedinilla. El recorrido incluye también el poblado íbero del Cerro de la Cruz (con más de 50.000 metros cuadrados de historia) y el propio Museo Histórico, donde se exhiben piezas procedentes de ambos yacimientos.
Además del bronce de Hypnos, el museo guarda esculturas de Dionisos, Apolo, Perseo y Andrómeda, Attis o Hermafrodita, entre otras, así como vestigios que hablan del día a día en esta parte de la Bética romana. El entorno natural, salpicado de cuevas, barrancos y rutas junto al río añade un atractivo más a la experiencia.