Más de medio centenar de vecinos «resisten» en San Martín de Castañeda (Zamora) y, de forma organizada, intentan «salvar lo que tenemos en el pueblo», decisión que no consideran «irresponsable».
Óscar Coca, propietario del bar-restaurante «La Terraza» es una de las personas que decidió no abandonar la localidad, cuando la Guardia Civil comunicó su desalojo ante la concentración de humo y la amenaza del incendio que se originó en Porto, pero que en los últimos días ha sobrecogido el corazón de todos los sanabreses y zamoranos.
Los vecinos que permanecen en el pueblo siguen muy pendientes la evolución del fuego y, desde el primer momento en el que se percataron de la gravedad de la situación, organizaron un grupo de voluntarios para distribuir «tareas», tales como el reparto de mangueras o la «preparación» de las bocas de riego.
Los voluntarios, entre ellos muchos jóvenes, se dividieron en dos grupos y, mientras uno vigilaba la zona alta del pueblo, el otro permaneció en la parte baja. Y es que los vecinos que «resisten» en San Martín de Castañeda son conscientes de que el peligro acechaba por dos flancos, el cañón de Forcadura y el del Tera.
Parte de los voluntarios también han colaborado en las labores de contención y extinción del fuego con los medios de la Junta y de la Unidad Militar de Emergencias (UME) desplegados en la zona de la Laguna de Peces, guiados por un ganadero del pueblo, Alejandro Fernández, que también es capataz de una brigada del operativo.
Efectivos de la Guardia Civil y bomberos, en las calles de San martín de Castañeda. / Cedida
Los voluntarios no han escatimado esfuerzos y coordinados por el ganadero, que conoce el terreno como la palma de su mano, han creado cortafuegos y, con hoces, han segado ramas y escobas para eliminar vegetación e intentar ralentizar el avance de las llamas.
Coca y el resto de vecinos vivieron con angustia las horas de espera hasta el regreso de los voluntarios en la primera noche de amenaza del incendio, porque «no sabes qué está pasando allí arriba». De hecho, del grupo de voluntarios formaban parte el hijo del hostelero y varios amigos, por lo que las horas de espera hasta su retorno se hicieron aún más largas. Esa misma noche uno de los voluntarios permaneció de guardia para alertar al resto de vecinos por si el fuego se aproximaba al pueblo.
Los vecinos son conscientes de que si el incendio amenaza su integridad física tendrán que abandonar San Martín de Castañeda, no sin antes «intentar librar las casas» de las llamas.
No obstante, tienen claro que «no vamos a poner en peligro a nadie», en alusión a los efectivos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, pero si finalmente tienen que desalojar San Martín de Castañeda, «antes dejaremos limpias unas cuantas casas» porque, «si el fuego se mete en una, el resto va en batería» y ardería todo el pueblo.
Reconoció el hostelero que «mucha gente nos ha catalogado de irresponsables por quedarnos», pero en su opinión la decisión adoptada por más de medio centenar de vecinos ha sido «acertada», porque la labor que han realizado los voluntarios ha sido fundamental para evitar que el incendio se adentrara en las calles del pueblo. Es más, Coca se siente «orgulloso» de todos aquellos vecinos que voluntariamente permanecen en San Martín de Castañeda para «proteger» el pueblo por si fuera necesario intentar atajar el avance de las llamas con cortafuegos.
Medidas urgentes
Ante catástrofes como el incendio que estos días mantiene en vilo a Sanabria, el hostelero tiene claro que es preciso adoptar medidas para evitar que vuelvan a producirse. En primer lugar, propone que, si se originan nuevos incendios, los medios de extinción cuenten con los ganaderos y con la «gente autóctona» de los pueblos, porque son los que realmente conocen el terreno y pueden indicar «por dónde tienen que entrar, dónde hay un regato de agua o una fuente».
Otra medida preventiva que considera necesario activar con urgencia es que los Ayuntamientos aprueben ordenanzas que no solo obliguen a limpiar solares y parcelas, sino que también establezcan que a una cierta distancia de las fachadas de las viviendas no puede concentrarse maleza y arboleda. En este punto, remarcó que su negocio «está rodeado de maleza» por la «irresponsabilidad» de vecinos que no acatan la norma de eliminarla y contra los que los Ayuntamientos «deben tomar medidas».
Impacto en el turismo
El incendio también está teniendo un impacto negativo en el turismo, uno de los motores económicos de Sanabria y Coca augura que «va a ser devastador». Este impacto se traduce en una cascada de anulaciones de reservas tras la evacuación de varias localidades, al margen de que muchos turistas y veraneantes que pasaban sus vacaciones en el Parque Natural han decidido adelantar su regreso.
De manera especial, Coca incide en el perjuicio que el incendio está provocando en aquellas personas que alquilan locales durante el verano «a precios exagerados» para explotarlos durante la campaña. A la espera de que los medios de extinción puedan sofocar el incendio, el hostelero reconoce que «lo que necesitamos es que se apague lo antes posible y que el aire o la lluvia nos ayuden a que se marche la concentración de humo» para que «vuelva a funcionar el Lago de Sanabria y vuelva a dar vida a los que estamos aquí todo el año».
Por último, realiza un llamamiento y pide públicamente que cuando Sanabria recobre la normalidad, «la gente vuelva a visitarnos», porque «agosto es el mes que nutre en un tanto por ciento muy elevado a los negocios de la zona y quedan pocos días para intentar recuperarnos».
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