Así lograron los manifestantes suspender el final de la Vuelta: «Palestina vencerá!»

La calma reinaba en el paseo del Prado a eso de las dos de la tarde, ni una bandera de Palestina se podía observar en los 20 minutos de paseo que separan la estación de Atocha de la plaza de Cibeles, el lugar en el que debía acabar la Vuelta y que nunca llegó a hacerlo. Era la resaca del mar antes del ‘tsunami’, el engañoso epílogo de un día ya para la historia del ciclismo, de la historia de Madrid y de España.

A eso de las 16:30 horas, el decorado que rodeaba el circuito final de esta Vuelta ya era distinto. El giro de Atocha, al final del Prado, era uno de los puntos en los que los convocantes de las manifestaciones habían reclamado la presencia de los ciudadanos madrileños, apelando a su visibilidad. Y ahí se empezaron a agolpar primero cientos, después miles de personas, de toda clase y condición: mujeres y hombres, mayores y jóvenes, madrileños y foráneos. Todos unidos por su rechazo al genocidio de Israel, muchísimos de ellos armados con banderas de Palestina.

«Fuera sionistas de la vuelta ciclista»

Las soflamas propalestinas se repetían, cada vez a mayor volumen. «Palestina vencerá», «No es una guerra, es un genocidio», «Netanyahu, asesino», «Que viva la lucha del pueblo palestino», «Boicot a Israel«, «Fuera sionistas de la vuelta ciclista». El paso de los vehículos de las patrocinadores, de algunos coches de equipo, elevaba la crispación, mientras la Policía Nacional comenzaba a tomar posiciones dentro del recorrido, pese a que las vallas aún servían de barrera.

Ya entonces, cuando faltaban casi dos horas para el primer paso por el circuito, mientras llegaban las noticias de que se había alterado el paso por Alcobendas, parecía imposible que se produjera una llegada normal, la que se repite en el centro de Madrid cada mes de septiembre. Quizá los ciclistas pudieran llegar hasta ahí, sí, pero desde luego no armar un esprint normal, no con agentes de policía teniendo que ocupar parte de la carretera.

El paso de los minutos fue aumentando el número de manifestantes, su posición de fuerza frente a una Policía Nacional que había recibido la orden de permitir las protestas pacíficas… y de garantizar el desarrollo de la carrera. Una cuadratura del círculo que se acabó demostrando imposible.

La tensión se iba elevando, llegaban noticias de pequeñas cargas disuasorias en la plaza de Callao, otra de las esquinas del circuito, también en Neptuno junto a la Bolsa, a escasos 300 metros de la que debía de ser la meta y nunca lo fue. Hacia las 18.00 horas, todo estalló. Pacíficamente, sin violencia, pero estalló.

Vallas tiradas y circuito invadido

Las miles de personas agolpadas cerca de Atocha tiraron las vallas de protección y comenzaron a invadir el circuito por el que debían pasar los ciclistas apenas tres cuartos de hora más tarde. Las unidades antidisturbios recibían instrucciones, «nos preparamos para el cien», mientras las furgonetas policiales se colocaban a la altura de Neptuno, ejerciendo de cortafuegos en mitad del Prado.

En cosa de cinco minutos, la situación estaba desbordada. Los manifestantes que hasta entonces protestaban al otro lado de las vallas, ahora invadían la carretera, arrastrando por delante de ellos las vallas del circuito a modo de defensa preventiva, ganando metros en procesión hacia Neptuno, mientras la Policía Nacional se mantenía impasible.

Mientras la organización de la Vuelta decidía qué hacer (aunque no había mucho que pensar dadas las circunstancias, a decir verdad), la tensión se acumulaba en lo que ya era la mayor manifestación propalestina jamás vista en España. La Policía Nacional se limitaba a ejercer de barrera para proteger la zona de Cibeles, la de la meta, los autobuses de los equipos, las zonas vip… Donde estaba el príncipe Alberto de Mónaco, preparado para recoger el simbólico testigo (la Vuelta sale del Principado el año que viene) y que fue evacuado de emergencia ante la situación que se está viviendo.

Multitud de manifestantes invaden zonas del recorrido de la Vuelta / Rodrigo Jiménez / EFE

La noticia de la suspensión

A las 18.33 horas, la noticia de que la Vuelta se había suspendido llegó a la zona cero de la rebelión y se celebró con gritos y algarabía. El objetivo de los manifestantes se había conseguido, mientras continuaban los cánticos a favor de Palestina, en contra de Israel, también de Isabel Díaz Ayuso, que horas antes se había fotografiado con los corredores del Israel Premier-Tech.

Hubo algunas identificaciones y pequeñas cargas contra los energúmenos que se camuflaron en la masa de manifestantes no violentos. Siempre ocurre. Al otro lado de Cibeles, en el paseo de Recoletos que une esa plaza con la de Colón, la calma era mayor, derivando la manifestación en una sentada.

Las brasas de la manifestación siguieron prendidas durante algunas horas, con una mayoría pacífica consciente de que había hecho historia, con la inevitable minoría que aprovecha cualquier caos para saciar su sed de violencia. «¡No pasarán!», gritaban muchos. Y no pasaron.

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