Extremadura: Liderazgo en renovables, pero con lastres en infraestructuras

Extremadura es una de las cuatro comunidades que más energía produce, destacando en fotovoltaica: segunda en generación solar y con un crecimiento del 4 % respecto a 2024. También aporta energía hidroeléctrica desde presas en Cáceres y Badajoz, y nuclear desde Almaraz. Sin embargo, consume menos de la mitad de lo que produce; la mayoría se exporta.

El reto es revertir esta situación con proyectos tecnológicos: centros de datos, fábricas de baterías y aprovechamiento de minerales raros. De los siete yacimientos estratégicos de la UE, tres están en Extremadura. La limitada capacidad de las redes eléctricas ha frenado la industrialización. Junta y Ministerio de Transición Ecológica anunciaron que en 2030 se superarán los 3,5 GW, el doble de la demanda máxima actual.

Para 2030 se prevén dos campus de datos con Merlin-Edged en Navalmoral de la Mata y Valdecaballeros. Otros, como el CC-Green en Cáceres, siguen en espera. La cara negativa es el cierre de la central de Almaraz en 2028, con riesgo de perder más de 3.000 empleos si no hay prórroga. Pero la industrialización se abre paso: la fábrica de diamantes artificiales de Trujillo abrió este 2025 su línea de producción, destinada, sobre todo, al uso tecnológico en computadoras.

El turismo también impulsa la economía. En 2024 se alcanzaron 2,4 millones de visitantes. Se busca consolidar el crecimiento internacional. En octubre, Cáceres será la primera ciudad de interior en acoger la reunión de Turespaña. Además, aspira a ser Capital Europea de la Cultura en 2031, con apoyo institucional y ciudadano.

Las infraestructuras siguen siendo una asignatura pendiente. El sistema antiniebla del aeropuerto de Badajoz ha quedado fuera del plan estatal 2027-2031. Empresarios denuncian que esto limita la conectividad y afecta al turismo y la economía. Unos 25 vuelos al año sufren retrasos o cancelaciones por niebla.

El AVE Lisboa-Madrid, que pasará por Extremadura, aún no tiene fecha exacta. El Gobierno prevé su llegada entre 2032 y 2034. El tramo más retrasado es el de Castilla-La Mancha, mientras avanza la electrificación en la entrada a Extremadura, lo que permitirá mayor velocidad.

Un tren Alvia circulando por Extremadura. / L. LUCEÑO / G. MORAL

También está pendiente la autovía A-58 entre Cáceres y Badajoz, prevista para 2030, que sustituirá a la N-523, una vía de trazado complicado por la que circulan 4.000 vehículos diarios. Esta conexión es clave para vertebrar la comunidad, con Badajoz como polo industrial y el norte de Cáceres afectado por la despoblación.

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