“La guerra no acabó nunca en España”. Con esta contundencia responde Francisco Martínez López, conocido como El Quico, preguntado por la causa que le llevó a enfrentarse clandestinamente a la dictadura franquista después de 1939. Sólo era un niño cuando este veterano militante comunista, que en octubre cumplió los 100 años, empezó a socorrer a los guerrilleros que luchaban desde el interior rural contra la dictadura.
Esa etapa la vivió en El Bierzo, la comarca leonesa que le vio nacer hace un siglo. La inició con 11 años haciendo recados y estableciendo contactos para garantizar la ayuda a sus compañeros, entre los que estaban sus familiares. Más tarde, a los 17, llegó a coger las armas en “aquel contexto de terror”. La guerrilla, para él, era “la consecuencia de una victoria que no fue justa”, una “estrategia de organización mientras aún había muertos en los senderos y la dictadura seguía matando”.
Como “no había fuerza para vencer al régimen», la resistencia establecía «redes de solidaridad”. Pero aquel escenario cambió y en 1951 Francisco Martínez se marchó a Francia. El contexto internacional acompañaba a la dictadura, que poco a poco obtenía el reconocimiento de los países democráticos. La oposición se consolidaría, a partir de aquellos años cincuenta, especialmente en el extranjero. “Si nos quedábamos, estábamos condenados a morir. Era un suicidio. La lucha debía continuar por otros medios”.
Memoria histórica en primera persona
La biografía de este antiguo guerrillero da para muchos capítulos y tiene, incluso, derivadas actuales. Su vida es memoria histórica aún relatada en primera persona. Tras años en Francia trabajando en la construcción y en la metalurgia, y siendo responsable del PCE en el país galo volvió a su León natal tras la muerte del dictador y se encontró “con los restos del franquismo”. “Al pueblo no se le dejó evolucionar democrática ni culturalmente para que se pudiera defender”, lamenta.
En ningún país con un mínimo sentido democrático se deja atrás una dictadura con más de un millón de muertos como si no pasara nada
Francisco Rodríguez López
— Antiguo guerrillero antifranquista
Según sus vivencias, tras cuarenta años de dictadura “hay dos o tres generaciones a las que no se les ha transmitido la verdad. Se contó una historia falseada, las atrocidades del franquismo se omitieron, y también su inspiración fascista”. Por eso “el franquismo fue aceptado, porque el pueblo no fue educado para defender las causas que le convienen, y ante esta debilidad el fascismo siempre prospera”.
Esta afirmación la relaciona con la situación que se vive actualmente en España. El auge de la extrema derecha y la banalización del franquismo, cuando no el apoyo explícito, se explica, según el activista, debido a estas “carencias” que impidieron “que en este país hubiera una democracia en condiciones”. En este sentido, recuerda que en países como Francia o Alemania la derecha admitió un pasado doloroso. “Eso no ha ocurrido en España”.
Martínez se instaló en El Campello a finales de los años ochenta. Su amistad con Antonio Martín Lillo, histórico dirigente del PCE en la provincia y con quien había coincidido en París, fue determinante en su llegada. Pocos años tardó en poner en marcha un proyecto pionero en la memoria democrática. “En ningún país con un mínimo sentido democrático se deja atrás una dictadura con más de un millón de muertos como si no pasara nada”.
Recorrido de conciencia
Es por eso, y con la intención de “ilustrar al entorno sobre su pasado para que cuide su futuro”, que estrenó la “caravana de la memoria” recorriendo toda España en el año 2000, visitando universidades, colegios y parlamentos autonómicos. “Aquello creó un poso”, recuerda. “No se puede ignorar la historia. Hay que contarla en condiciones y que haya arrepentimiento”, exige.
En aquél momento Martínez hizo el recorrido con antiguos compañeros suyos, ya fallecidos. Relata que les recibieron “muy bien en todas las universidades de España”. También iban a institutos, donde nunca sintió rechazos ni desplantes. Pero, sin embargo, el antiguo guerrillero admite que “algunas cosas han cambiado”.
Francisco Martínez López, ‘El Quico’ / Pilar Cortés
“No hay respeto al hablar del otro, estamos en un país en el que no se debate, se polemiza, no se dan ideas y creo que no es lo que corresponde. No hay cultura”, concluye. “Y eso también es parte del problema de la memoria democrática”. Este instrumento, el de la memoria democrática, no es importante para él en particular, asegura, sino para el conjunto de la sociedad. “Yo no reivindico nada personal. Simplemente, si no conocemos nuestra historia somos candidatos al error permanente. Es como una nave sin brújula. Vamos a cualquier lado. Eso no le conviene a ninguna sociedad, sea burguesa o socialista”.
Cincuenta años después de la muerte de Franco, este veterano militante será homenajeado el viernes en la Universidad de Alicante, en el Simposio Internacional Radiografía del Antifranquismo en España y Francia, que se iniciará el mismo 20-N (jueves) organizado por la UA junto con otras entidades académicas como la Universidad de Tolouse y por la Secretaría de Memoria Democrática del Gobierno, entre otros actores. También habrá sesiones del simposio los días 26 y 27.
Sobre este tributo, Martínez no se lo toma como algo personal. “Me ha tocado ser la figura que más o menos identifica al pasado, pero había miles de españoles como yo que ya no viven”, admite. A sus años, el veterano militante no esconde su temor ante el éxito de las ideas autoritarias. “No pensábamos que pudiera ocurrir, pero es una consecuencia de todo lo que he explicado”, lamenta.
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