Argentinos sabía que debía ganar en el Florencio Sola si quería seguir liderando la zona A, a la espera de saber si al término de la novena fecha seguiría acompañado por Estudiantes y/o Tigre o bien lograba quedar en solitario. Sin embargo, salió dormido ante un Banfield que no gana desde la segunda jornada, pero que en la mayoría de sus partidos mostró una intensidad incómoda para los rivales. No fue la excepción. En los primeros seis minutos puso a prueba a Diego Rodríguez mediante remates de Gonzalo Ríos.
El primero, a los 180 segundos, con el volante exigiendo al “Ruso” mediante un bombazo que mandó por encima del arco con una volada. El segundo, tres minutos después, sorprendería a todos. Porque Ríos dejó varios jugadores del “Bicho” en el camino con una rápida y decidida filtración frontal al arco para, luego, sacar un remate más débil al anterior. Bien parado estaba nuevamente el arquero, avisando corporalmente que contendría la posibilidad.
Sin embargo, parece haber cometido el pecado de los jugadores que piensan en lo posterior antes de asegurar esa pelota que tendrán en su poder y, entonces, cometió un blooper inimaginable: cuando quiso embolsar, se le escapó hacia atrás y, cuando volvió a agarrarla, ya había pasado la línea del arco. Gol y algo más: un golpe de su rodilla contra el poste por la que, minutos después, necesitó atención.
Mucho más cómodo y seguro por la ventaja, Banfield empezó a esperar el juego destacado del líder. Ocupando espacios y corriendo a la par, parecía tener dominado el trámite, al menos en la primera parte. De hecho, a excepción de algún desvío en un defensor de Banfield que terminó en gol en contra de milagro, Argentinos no se soltó y no tuvo llegadas peligrosas. Hasta que, a la media hora de juego, el VAR comandado por Andrés Merlos apareció en acción para convocarlo a Hernán Mastrángelo.
¿Qué había pasado? Cuando José Herrera había desbordado por izquierda y lanzado un centro hacia atrás, Ramiro Di Luciano se puso de perfil para tapar el intento, pegando su mano más próxima (la izquierda) a su cuerpo para evitar el contacto, pero dejando alejado el brazo de atrás, producto del giro del cuerpo. Pareció un movimiento natural, algo que no interpretó así el juez del encuentro. Tras revisarla, cobró penal para Argentinos.
El hincha de Banfield explotó. Una vez más, ante los antecedentes sufridos en muchas de las fechas anteriores. “¡Tomala vos, damela a mí, vamos a matar a un referí!”, comenzó la descarga de las tribunas, que volvieron a acordarse del presidente de la AFA: “¡Chiqui Tapia, botón, sos un hijo de p…, la p… madre que te parió!”. Enseguida, la otra explosión. Porque Tomás Molina remató fuerte y cruzado, decisión adivinada por Facundo Sanguinetti, que con volar y sólo poner firme la mano derecha desvió la pelota hacia el córner.
Lo mejor del partido
Las tribunas verdiblancas sienten que serán perjudicadas en cada encuentro tras muchas situaciones que derivaron en el descargo público de su presidente Matías Mariotto en el estadio UNO, tras caer con Estudiantes en la sexta fecha por un penal insólito: “Estamos necesitando la suerte que nos avisaron que íbamos a necesitar”, fue una de sus frases, dedicadas a un posteo (casi) amenazante de Pablo Toviggino, tesorero de la casa madre.
Lo cierto es que en el club del Sur van contando las jugadas. Ante Defensa y Justicia le cobraron un penal en contra por falta, pero no se apreció ni siquiera el contacto: allí también lo salvó Sanguinetti, que lo desvió y le permitió a su equipo ganar en Florencio Varela. A la siguiente jornada, en lo que fue goleada (3-0) a Newell’s, Luciano Lollo pegó dos patadas para cortar la carrera de Tomás Nasif, que se iba mano a mano cuando el resultado apenas iba 1-0. No sólo Sebastián Martínez no lo echó, sino que no cobró infracción y desde Ezeiza no lo convocaron. En la tercera, llegó el encuentro difícil de disimular: Luis Lobo Medina hizo todo lo posible para quedar apuntado por todos tras un arbitraje difícil de catalogar, entre la convalidación del gol de Kevin Jappert, que en la misma jugada estuvo dos veces en posición adelantada, y múltiples jugadas medidas con diferentes criterios. Incluso, una jugada dudosa por un pisotón de Fernando Tobio a Nasif que podía ser revisada por posible penal, pero también fue obviada.
¿Más? Sí. En la última jugada ante Belgrano, Fernando Echenique fue convocado al VAR por una mano de Santiago López García y, aunque fue la menos discutible de todas, el hincha expuso el arrastre de la impotencia: penal y empate agónico de los cordobeses. El límite fue en La Plata, unos días después, cuando Sebastián Zunino también fue llamado por una acción insólita: un cabezazo de Guido Carrillo había pegado en un brazo de Alexis Maldonado cuando estaba de espalda y no pudo saltar por la carga del delantero. Sin detenerse en alguno de esos puntos, el juez cobró tiro penal y así ganó Estudiantes. Y en los últimos días, en la reanudación ante Independiente, la fuerte patada de Diego Tarzia hacia Gerónimo Rivera (lo sacó de la cancha y de los siguientes encuentros) fue considerada amonestación por Jorge Baliño cuando para muchos era clara expulsión por fuerza desmedida. El VAR, nuevamente, ni siquiera invitó a revisarla.
Volviendo al encuentro de este viernes, si no se sentía cómodo el equipo de Nicolás Diez, luego del penal agravó su situación. No encontró los caminos durante un largo rato. Los de Ariel Broggi estaban cómodos, pero -más allá de un cabezazo de Bruno Sepúlveda– se metía cada vez más en su área y agarraba cada vez menos la pelota para darle fluidez a su juego. Y correr atrás de la pelota ante un Argentinos que sabe jugar, te cansa. Así, terminó siendo un cómplice de las facilidades que comenzó a tener el equipo de La Paternal.
A los 17, Alan Rodríguez lanzó un centro pese a estar encerrado cerca del córner derecho y encontró un cabezazo letal de Molina, que tuvo revancha a pesar del esfuerzo del arquero local, que la tocó sin poder sacarla por encima. Desde ahí, el partido dio un vuelco. Directamente, fue al otro extremo: si Sanguinetti no estaba en el arco con semejante inspiración, terminaba siendo goleada de la visita. Un zurdazo potente de Rodríguez lo encontró bien parado, promediando el segundo período. A los 29, Ismael Sosa encontró espacios en el fondo (a Banfield lo desacomodó la igualdad repentina) y se animó a meterse en el área para rematar cruzado: encontró la respuesta de la figura de Banfield, que en los últimos cinco minutos padeció una ráfaga de chances.
A los 41, desvió con la punta de los dedos un bombazo de Román Vega que pedía ángulo y, por su intervención, encontró el travesaño. Pelota, situaciones y un gol de triunfo que se olfateaba, todo en poder del equipo sensación. Tras aquella jugada, Alan Lescano se perdió un gol insólito abajo del arco y, dos minutos después, Rúben Bentancourt tuvo el suyo, pero se encontró con la muralla en el arco. Lejos de morirse, al encuentro le faltaba algo: un rebote fortuito tras un remate lejano le dejó la pelota a Lucas Gómez cerca del área chica, con tiempo para mirar al arquero y entender que debía definir cruzado como lo hizo.
Victoria agónica y, cuando parecía que el puntero podía caer, resurgió y se llevó lo que terminó mereciendo. Más puntero que nunca, Argentinos mirará relajado qué pasará el domingo con Estudiantes (juega ante Defensa) y Tigre (visita a Aldosivi). Sin derrotas, aguarda también una caída del “Pincha” para coronar su momento como el único invicto del torneo Apertura.
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