El Banco Central Europeo (BCE) ha anunciado este jueves una nueva bajada de los tipos de interés en un cuarto de punto, hasta el 2,25%, en lo que supondrá la sexta reducción consecutiva y la séptima dentro de un ciclo bajista que comenzó en junio de 2023. Aunque hace apenas unas semanas se barajaba una posible pausa, el giro de guion impuesto por la guerra comercial lanzada por Estados Unidos ha obligado al organismo a modificar su hoja de ruta.
«Los tipos de interés aplicables a la facilidad de depósito, a las operaciones principales de financiación y a la facilidad marginal de crédito disminuirán hasta el 2,25 %, el 2,40 % y el 2,65 %, respectivamente, con efectos a partir del 23 de abril de 2025», declaran desde el Banco Central Europeo en su publicación sobre la decisión tomada este jueves.
La reunión del consejo de gobierno, que ha tenido lugar esta tarde en Fráncfort, se celebra en un clima enrarecido por la escalada arancelaria iniciada por la Administración Trump. Pese a la suspensión parcial durante 90 días de los nuevos gravámenes a productos europeos, la incertidumbre y su impacto potencial sobre la economía del continente han llevado al BCE a optar por lo que los analistas ya denominan un “recorte de seguridad”.
«El Consejo de Gobierno tiene la determinación de asegurar que la inflación se estabilice de forma sostenida en su objetivo del 2 % a medio plazo. Especialmente en el contexto actual de excepcional incertidumbre, aplicará un enfoque dependiente de los datos, en el que las decisiones se adoptan en cada reunión, para determinar la orientación apropiada de la política monetaria. En particular, las decisiones del Consejo de Gobierno sobre los tipos de interés se basarán en su valoración de las perspectivas de inflación teniendo en cuenta los nuevos datos económicos y financieros, la dinámica de la inflación subyacente y la intensidad de la transmisión de la política monetaria, sin comprometerse de antemano con ninguna senda concreta de tipos», han asegurado desde el Banco Central Europeo.
La inflación sigue cediendo
La decisión también se apoya en los últimos datos macroeconómicos. La inflación general en la eurozona cayó en marzo al 2,2% interanual, frente al 2,3% de febrero, mientras que la subyacente —que excluye energía y alimentos no elaborados— retrocedió al 2,4%. Una evolución que acerca la tasa al objetivo del BCE y refuerza el argumento de que hay margen para continuar relajando la política monetaria.
Christine Lagarde, presidenta del organismo, ya había anticipado en declaraciones previas que está dispuesta a usar “todos los instrumentos disponibles” para garantizar la estabilidad de precios, en un momento en el que el crecimiento económico tambalea. Las últimas proyecciones del BCE han rebajado las expectativas de expansión del PIB para 2025 al 0,9%, y se prevé que el año cierre con cifras que rozan la estanflación.
Un euro más fuerte y un mercado expectante
A la compleja coyuntura se suma la apreciación reciente del euro frente al dólar, motivada en parte por la pérdida de confianza de los mercados ante las políticas proteccionistas de Washington. Este fortalecimiento de la divisa europea podría ayudar a contener los precios de las importaciones, pero también resta competitividad a las exportaciones del bloque, otro factor que ha sido tenido en cuenta por el BCE.
Un difícil equilibrio
El BCE ha ido reduciendo los tipos en 150 puntos básicos desde que inició el ciclo de recortes, tras una agresiva política de subidas entre 2022 y mediados de 2023 para frenar la inflación desatada por la guerra en Ucrania. El organismo, no obstante, se enfrenta ahora al desafío inverso: evitar una recaída económica sin reavivar presiones inflacionistas.
En ese delicado equilibrio, cualquier represalia europea frente a los aranceles de Trump —aunque ahora en suspenso— podría revertir parte del avance logrado en estabilidad de precios. De ahí que, más allá de las medidas monetarias, la atención de los mercados esté también puesta en la evolución de las relaciones comerciales transatlánticas.